Caso Andrea Chávez: la presidenta ejerce el poder
Lo que hace la legisladora chihuahuense es a todas luces algo que no calza con los discursos fundacionales de Morena: la austeridad prometida es atropellada por un derroche de recursos materiales en las supuestas giras
El caso de la senadora Andrea Chávez, con promoción electoral no solo adelantada sino a partir de donativos que podrían ser ilegales, ha sido la ocasión para que la presidenta Claudia Sheinbaum ejerza al fin el peso de su autoridad también en Morena. Es una oportuna decisión.
A lo largo de sus siete décadas, el régimen priista desarrolló una serie de rituales que servían para gobernar las ambiciones al interior del partido único. El presidente ejercía un poder enorme, pero solía ejercerlo buscando, al menor costo, un equilibrio entre los liderazgos.
Lo natural de un animal político es que mediante astucia y arrojo saque provecho para sus proyectos en cuanta ocasión se le presente. De ahí que nadie le va a reclamar a la senadora Chávez que haga giras en su natal Chihuahua para tener contacto con sus paisanos.
De hecho, es lo que deberían hacer todas y todos los políticos electos, volver al territorio. Y más si es algo que ha pedido directamente a las y los legisladores de su partido, la presidenta Sheinbaum, una férrea defensora del trabajo con las bases, del contacto con los electores.
Pero lo que hace la legisladora chihuahuense es a todas luces algo que no calza con los discursos fundacionales de Morena: la austeridad prometida es atropellada por un derroche de recursos materiales en las supuestas giras por la salud que promueve Chávez en Chihuahua.
No se puede ocultar ni el amor ni el dinero, dicen por ahí, y al menos lo segundo ha quedado en evidencia en el caso de Chávez: la prensa dio cuenta de que la senadora se hace acompañar de vehículos con equipamiento que nada tienen que ver con un sueldo de legislador.
En los tiempos priistas, el sempiterno líder obrero Fidel Velázquez acuñó una frase que definió parte de la obediencia que se debía al gran elector del PRI-Gobierno: “el que se mueve no sale en la foto”, murmuró el sindicalista de enorme puro.
Quienes entraban al juego del tapado, no solo para la presidencia de la República, sino también para las gubernaturas, tendrían que encontrar el justo espacio entre no adelantarse, pero tampoco quedar a la zaga; entre aprovecharse del cargo, y sobregirarse en el mismo.
Chávez incurrió en esos pecados: sus ambiciones, legítimas, son demasiado prematuras; los recursos empleados en ellas (apoyos de empresarios que habrían recibido contratos públicos), agravian al movimiento que se da golpes de pecho al decir que “no son iguales”.
Encima, tras ser evidenciada, Andrea Chávez se ha jactado de sus actos. Mala cosa el intentar huir hacia adelante. Seguro creía que al mostrarse imperturbable avasallaría críticas opositoras, pero es dentro del mismo obradorismo donde genera resquemor y mayores costos.
“Que nadie se adelante a nada”, dijo este martes la presidenta en su mañanera al revelar que ha decidido enviar una carta a su partido para que ponga reglas a fin de que los tiempos de las candidaturas del 2027 se conozcan y, sobre todo, se respeten.
Sheinbaum agregó algo más importante aún: “hay que recordar la ética de nuestro movimiento: para nosotros no es un asunto de llegar al poder por llegar al poder; para nosotros lo más importante es la transformación del país que se viene construyendo. Entonces, todos debemos dar ejemplo”.
Hablando de comparaciones históricas. Por un tiempo, el otrora régimen tuvo en el cacique de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos, a uno de sus referentes más descarados. “La moral es un árbol que da moras”, fue una de sus frases más icónicas.
Al priismo le llevó medio siglo quitarse de encima a Santos. En los setenta le expropiaron su rancho —el Gargaleote—, en una decisión que al mismo tiempo hablaba de intentos de renovación al interior del PRI.
Nadie está comparando a Andrea Chávez con el sátrapa de Gonzalo N. Santos. Pero si Morena de verdad aspira a renovar la política mexicana, el cinismo del potosino no debe ser emulado en el partido de López Obrador.
Al referirse al caso Chávez mencionando la palabra ética, Sheinbaum le lanza mucho más que un “estáte quieto”. Es el primer aviso, a la senadora y a todos los que aspiren a quedarse con una candidatura, que para la presidenta además de leyes, hay principios.
Ya se conocerá la carta que envíe a su partido la mandataria, mas el meollo de la misma ha quedado establecido: no solo soy presidenta de todas y los mexicanos, también he de hacer de vigía del movimiento, y en éste no vale el tomar de los empresarios todo tipo de ayudas, encima contrarias a la ley, para satisfacer apetitos personales de poder.